Hacemos un fraternal y patriótico llamado a los militares de honor para que junto a nuestro pueblo formemos un solo haz que converja en una guerra patria para defender nuestra soberanía y dignidad latinoamericana, enlodada hasta el tuétano de infamia, sangre, corrupción y servilismo por el presidente Álvaro Uribe Vélez, quien sin ruborizarse siquiera, porque carece de dignidad, aceptó la instalación por el Imperio de 7 bases militares en Colombia, las que serán como una daga envenenada enterrada en el cuerpo de la Patria y su punta alcanzará el corazón mismo de América Latina, cuyo único objetivo es impedir el proceso democrático e integracionista de nuestros pueblos, que bajo la luz del ALBA han continuado el inconcluso proyecto libertario que dejara trunco el Libertador Simón Bolívar.
Apelamos a su honor porque sabemos que él es la primera virtud del militar. El honor es el que hace que se sufra con espartano estoicismo y sin desesperación todas las vicisitudes que nos depara la guerra; él es el que nos impulsa a entregar la vida en el campo de batalla sin ningún cálculo diferente al bien de la patria. Entendiendo por patria el territorio de la Nación con su biodiversidad, riquezas naturales, población y cultura, y no, los bienes, intereses y chequeras de los Santodomingo, de los Ardila Lulle, los Sarmiento Angulo y pare de contar...
Sabemos que en la Institución Militar para suerte de Colombia y orgullo de América Latina, aún hay no pocos hombres que preservan inmaculado el sagrado honor militar y por ello, pueden con altivez mirar de frente a sus conciudadanos y estrechar la mano de los mismos, porque no la tienen manchada de sangre con los crímenes de lesa humanidad de los mal llamados "falsos positivos", que evidencian una profunda descomposición moral tanto de los ordenadores como de los ejecutores, ni tienen la conciencia enmohecida por la degradante corrupción que cada día reverdece más en éste Gobierno de mafia, paramilitarismo y crimen, donde los que se consideran personeros de la soberanía, son traidores infames que no tienen siquiera el prestigio de la legalidad, porque sus actos, inclusive sus vidas, ha sido todo un fraude.
Señores oficiales y suboficiales: Cuando el general Joaquín Matallana quiso entrar al enclave estadounidense de Lomalinda (Meta), un oficial gringo de tercera categoría se lo impidió con arrogancia. Herido en su honor el general colombiano se dirigió al Presidente de la República para manifestarle su infinita molestia por el irrespetuoso desplante. "No puedo hacer nada", le respondió. Era un presidente autista, sin noción de patria, acostumbrado a rumiar en el potrero yanqui de los lacayos. Matallana, hombre de pundonor militar, presentó entonces su renuncia irrevocable, afirmando con energía que en Colombia no puede haber territorio alguno ocupado por fuerzas extranjeras y mucho menos vedado a un General de la República. Unos años después, reunido en Casa Verde con los comandantes guerrilleros Manuel Marulanda Vélez y Jacobo Arenas, el altivo general les prometió con énfasis: cuenten conmigo si algún día el país es invadido por los gringos. ¡Qué calidad humana y militar la de nuestro digno adversario en la guerra de Marquetalia!
Ese es el honor que debe inflamar el pecho de un militar que verdaderamente sienta la patria por dentro.
El lejano incidente de Loma linda trajo a nuestra memoria la reciente afrenta de militares gringos contra la guardia de honor que esperaba al presidente Bush en la escalerilla del avión, en su escala en Bogotá. Para asombro del país, los gorilas de la seguridad de Bush requisaron a los militares colombianos y les revisaron sus armas, sin que nadie chistara nada. Ninguna protesta; sólo el silencio servil de los altos mandos y el presidente. ¡Cómo se ultrajó en esa ocasión nuestro decoro!.
La decisión de Uribe de permitir la instalación de 7 bases militares de los Estados Unidos en territorio colombiano es un acto de alta traición a la patria latinoamericana. Ceder el territorio como base de agresión contra países hermanos, contra los mismos connacionales, y como puntal de consolidación de una estrategia de predominio continental, debe llenar de vergüenza el alma de los colombianos. No hay argumento más irrisorio y cínico que el de Uribe para explicar, que en este caso, no se configura pérdida de soberanía, porque los militares colombianos estarían al mando de tales bases. Lo que ocurre en la base aérea de Tres Esquinas, o en Barrancón, es un mentís de proporciones faraónicas. Allí mandan los gringos. Los oficiales colombianos, como ocurría en Loma Linda, ni siquiera podrán aproximarse a las barracas e instalaciones donde trasiegan los militares norteamericanos.
La "soberanía compartida", a la que de manera insólita alude Uribe, es un sofisma para tontos, porque nunca puede ser soberano un país ocupado por tropas extranjeras. La humillación de ver oficiales colombianos subordinados a oficiales del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos, no debe ser tolerada donde hay honor.
¿Quién entiende esa jerigonza presidencial de que los militares gringos tendrán inmunidad, pero no impunidad? Tal vez Uribe está creyendo que los colombianos son una manada de ignorantes atronados.
Señores oficiales y sub oficiales: frente a los proyecciones neocoloniales del gobierno de Washington debemos asumir la misma actitud insobornable y patriótica del Libertador Simón Bolívar, que decía: "Aborrezco a esa canalla de tal modo que no quisiera que se dijera que un colombiano hacía nada como ellos... Los Estados Unidos son los peores y son los más fuertes al mismo tiempo... Formado una vez el pacto con el fuerte, ya es eterna la obligación del débil". Lo que nosotros debemos priorizar es la búsqueda de la unidad de nuestros pueblos. Retomar el proyecto de Gran Nación de Repúblicas que dominaba el sueño del Libertador, como escudo de nuestro destino. En la historia de Nuestra América, sobresale el antiimperialismo de militares patrióticos como el general Omar Torrijos de Panamá, el coronel Francisco Caamaño de Dominicana, el general Velasco Alvarado del Perú, Prestes en Brasil y Arbenz en Guatemala, entre otros, que por su actitud se ganaron el afecto de sus pueblos.
Aquí debemos forjar la resistencia patriótica, coordinando esfuerzos con las organizaciones políticas y sociales del país, para hacer prevalecer la soberanía y la dignidad. Ejército patriota, guerrilla bolivariana y pueblo movilizado, son los únicos que pueden atajar el vuelo amenazante del águila de la doctrina Monroe sobre los cielos de Nuestra América. Hagamos realidad el sentimiento puro del general Matallana de hacer respetar la patria, unidos como debe ser. Ayer el honorable adversario nos decía: cuenten conmigo; hoy les decimos, cuenten con nosotros, no solo para defender la soberanía patria, sino para construir una Colombia Nueva, si se atreven.
Cordial saludo. Compatriotas,
Noviembre 2009